Adrián García participa en la muestra TRANSARTE 22 con su colección SALVAJE IMAGINARIO. Las obras de Robles representan una constante en su proyecto creativo: el colectivo homosexual, la sociedad y nuestro entorno a partir de su fotografía digital y su manipulación.

Jose Robles es un artista «de Jaén de toda la vida». Siempre ha vivido el mundo de forma visual y utiliza el arte para situarse en el mundo, para sobrevivir. Su memoria depende del olor de las experiencias y es sensible hasta doler.

Se ha formado en la escuela Blank Paper y en la escuela de arte José Nogué, con profesionales como Pilar Albarracín, José Guerrero o Edu D’acosta. Es especialista en edición de arte y ha realizado formaciones alternativas de la mano de Río Muten y su liberación escénica.

Seleccionado en el II encuentro de Creación Fotográfica de Andalucía y recientemente ganador de la sección cuarto lúcido del PA-TA-TA festival (exposición en el centro José Guerrero) y del II Certamen Arte y Compromiso de la Universidad Pablo de Olavide.

No entiendo el arte si no duele, si no te emociona, si no te hace pensar.
No entiendo el arte si no es reivindicativo, si no es personal.
No entiendo el arte si no nace de mis tripas, de mi sexo y corazón.
No entiendo el arte si te deja indiferente.

Entiendo el arte como una punzada, un puñetazo en el estómago, lágrimas, locura y forma de vida. Una ayuda cuántica, no soy representante sino catalizador de algo que trasciende el conocimiento, alguien que se atreve y salta del trampolín para sobrevivir.

Mi trabajo gira entorno a las imágenes como objeto para construir una narrativa concreta. Imagen fija, en movimiento y sonido son los ejes formales principales. La temática va a estar construida sobre minorias, homosexuales, personas con enfermedad mental, marginados, colectivos cuya problemática vivo en primera persona.

Para crear no parto de una idea concreta, si algo me hace vibrar, me duele o me emociona se pone en marcha un proceso de expresión automática que acabará en un texto, una fotografía, un acto performático o todo a la vez. Un camino incierto, adrenalínico, un tunel vasto sin tiempo en el que sudo, salto, grito, peleo y me río a carcajadas para llegar al final, el camino de un guerrero loco.